APROVECHO ESTA ENTRADA PARA DESEAR A TODOS LOS VECINOS Y VISITANTES UNAS FELICES FIESTAS. ¡VIVA LA VIRGEN DEL ROBLE! ¡VIVA CENICIENTOS! Y ¡VIVA LA FERIA DEL TORO! JL
EL TORO SALIENDO AL RUEDO EN LA PLAZA DE CENICIENTOS
En tarde sin viento hay lleno en el coso en la nueva plaza recién construida, y el timbal y el clarín dan la salida a un toro cinqueño, astas de coloso.
Figura imponente emerge del foso fiero resuella y la testuz erguida, produce asombro la estampa surgida belleza fiera del tótem fogoso.
Un rayo de sol nimba su cabeza la impregna de luz riesgo y fortaleza de una fiesta única ancestral y mítica.
La historia mágica armazón de España: que sus campos viste, hermosea y baña, del toro ausente de torpe política.
Plaza de la corredera, bajo tablas la banqueta, y allí la afición muy quieta atisbaba tras madera. Pilares eran frontera y de la plaza era aforo de aficionados a coro, que se echaban para atrás, todos al mismo compás, al embestirlas el toro.
Se sientan en su escaño, comienza la corrida, con atuendos azules los miembros de "La Jaca" y en rostros juveniles ojeras de resaca que resaltan el rojo de "La Fuerte Movida".
El sol marcha al ocaso, crisol de ascua encendida, en los tendidos tremólos suenan de alharaca y en su funda impaciente el acero de la faca del espada en el ruedo entre la muerte y la vida.
Transcurre la corrida con sucesión de lances, las peñas acompasan y aclaman las faenas, la lámina del toro, su estampa y su braveza.
Olés al magisterio y el grito ante percances son germen de los coruchos en cosos y arenas que en defensa hacen gala del toro en su pureza.
Gran afición por los toros, y admiración por toreros, abridnos los coladeros a coruchillos sin lloros. Y sin cobres, platas ni oros para pagar una entrada, en la tarde afarolada de la plaza de madera crisol de la corredera, siempre una mano prestada.
Han dado suelta al burel y los coruchos se sientan, y entusiasmados se aprestan a verle en el redondel. Arenas de una Babel repleta de aficionados ven correr a los astados y ven lidiar a un torero en el centro de su albero que es el Fundi Pedro Prados.
Han dado suelta al burel y los coruchos se sientan, y entusiasmados se aprestan a verle en el redondel. Arenas de una Babel repleta de aficionados ven correr a los astados y ven lidiar a un torero en el centro de su albero que es el Fundi Pedro Prados.
Viendo estaba la corrida pegado al televisor, ráfaga de aire invasor trajo a la muerte homicida. Sangre manó de la herida del valeroso torero de rojo tiñó el albero y el alma de Víctor Barrio ya se halla en el escenario del ruedo del Dios Ibero.
La masa del anónimo cobarde, injuriando vil a un torero muerto mirad al hombre caído, y cubierto, por la roja franela y le resguarde.
De aquello que ignoráis, befa y alarde hacéis cayendo en yerro y desacierto formáis y conformáis, triste concierto, fuera del coso al filo de la tarde.
Sabed, que es tradición y es patrimonio y un legado ancestral, épica hazaña, formando indisoluble matrimonio
de un maridaje que jamás se empaña, y el diestro es oficiante y testimonio del mítico arte del toro de España.
Gran afición por los toros, y admiración por toreros, abridnos los coladeros a coruchillos sin lloros. y sin cobres platas ni oros para pagar una entrada, en la tarde afarolada de la plaza de madera crisol de la Corredera siempre una mano prestada.
Dos eran los hijos de Morenito, José Luis, mayor, precede a Gabriel pálido Gabriel, José oscura piel y en Cenicientos marcaron un hito.
Vibrante un clarín vuela al infinito se entreabre el portón que, angosto es él, y asoma un eral del umbral aquel, encastado y bravo y comienza el rito.
Se abren las capas sobre el pardo suelo, en la dura tierra huérfana de albero, la voz que aconseja es la de un torero
Morenito padre atrapada al vuelo de una fina loza hecha en Talavera, que durante años, vio la Corredera.
Principios de los sesenta: os refresco la memoria en Corredera de gloria sorteaba a la osamenta. Al toro y su cornamenta le abría sendero y trocha a res apretada y brocha, y la citaba de largo salvándonos del letargo, Aurelio con su garrocha.
Las mulas enjaezadas con bandas y banderines y vistosos collarines, ¡helas aquí preparadas! Mulas de trillas y aradas traían los mulilleros, herradas por los aceros de los herrajes coruchos, que arrastraban los moruchos toros, muertos por toreros.
EL TORO SALIENDO AL RUEDO EN LA PLAZA DE CENICIENTOS
ResponderEliminarEn tarde sin viento hay lleno en el coso
en la nueva plaza recién construida,
y el timbal y el clarín dan la salida
a un toro cinqueño, astas de coloso.
Figura imponente emerge del foso
fiero resuella y la testuz erguida,
produce asombro la estampa surgida
belleza fiera del tótem fogoso.
Un rayo de sol nimba su cabeza
la impregna de luz riesgo y fortaleza
de una fiesta única ancestral y mítica.
La historia mágica armazón de España:
que sus campos viste, hermosea y baña,
del toro ausente de torpe política.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA PLAZA DE TOROS DE LA CORREDERA
ResponderEliminar"Debuté en Almorox y al día siguiente toreé en Cenicientos".
Domingo Ortega
Maderas, pilares, clavos, martillos,
ensamblaban a sólidos tablones,
trasuntos de pasión de unas pasiones
con la entrada a la plaza en los bolsillos.
Por allí rotación de coruchillos
con la importunidad de moscardones,
mimetizados con los corazones
de unos innominados torerillos.
La plaza iba tomando un sesgo en forma,
que al ruedo le embutía torera horma,
la Corredera acuífero sudoso
de corucha afición en los tendidos,
viendo a diversos espadas imbuidos
del toreo de Ortega en aquel coso.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA LITURGIA DEL TRAJE DE LUCES
ResponderEliminarBajadas las persianas
resalta la montera
sin luz en las ventanas
y el toro ya a la espera.
Entra el mozo de espadas
y al diestro le despierta
tardes acaloradas
de afición a la puerta.
El diestro se levanta
despereza y se afeita
y algún temor espanta
si en triunfo se deleita.
El mozo en mano tiene
la estrecha taleguilla
y una silla sostiene
flamante chaquetilla.
Liturgia de la gloria
al embutir el traje
que tal vez haga historia
oculta en su ropaje.
Las medias son de seda
y a tono va el fajín
y al conjunto le queda
al cuello el corbatín.
Camisa con chorreras
luz en los alamares
brillantes las hombreras
que alejan los pesares.
Negras las zapatillas
topacio los tirantes
huyen las pesadillas
de toreros triunfantes.
Colgantes van los machos
que dicen del valor
y son yelmo y penachos
en campos del honor.
La coletilla puesta
probada la montera
ya tiene la respuesta
y toda duda fuera.
Ante el altar se inclina
que tiene improvisado
la intervención divina
nunca la ha desechado.
Con capotillo en mano
con el que hará el paseo
el torero va ufano
al coso del deseo.
Los trajes de la terna
del arte y de la muerte
viven la pugna eterna
del Dios reparta suerte.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
PLAZA DE LA CORREDERA
ResponderEliminarPlaza de la corredera,
bajo tablas la banqueta,
y allí la afición muy quieta
atisbaba tras madera.
Pilares eran frontera
y de la plaza era aforo
de aficionados a coro,
que se echaban para atrás,
todos al mismo compás,
al embestirlas el toro.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Que gozada ¡ Muchas gracias¡
ResponderEliminarLAS PEÑAS CORUCHAS EN LOS TOROS DE CENICIENTOS
ResponderEliminarSe sientan en su escaño, comienza la corrida,
con atuendos azules los miembros de "La Jaca"
y en rostros juveniles ojeras de resaca
que resaltan el rojo de "La Fuerte Movida".
El sol marcha al ocaso, crisol de ascua encendida,
en los tendidos tremólos suenan de alharaca
y en su funda impaciente el acero de la faca
del espada en el ruedo entre la muerte y la vida.
Transcurre la corrida con sucesión de lances,
las peñas acompasan y aclaman las faenas,
la lámina del toro, su estampa y su braveza.
Olés al magisterio y el grito ante percances
son germen de los coruchos en cosos y arenas
que en defensa hacen gala del toro en su pureza.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
COLARSE EN LOS TOROS DE LA CORREDERA
ResponderEliminarGran afición por los toros,
y admiración por toreros,
abridnos los coladeros
a coruchillos sin lloros.
Y sin cobres, platas ni oros
para pagar una entrada,
en la tarde afarolada
de la plaza de madera
crisol de la corredera,
siempre una mano prestada.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL FUNDI EN CENICIENTOS
ResponderEliminarHan dado suelta al burel
y los coruchos se sientan,
y entusiasmados se aprestan
a verle en el redondel.
Arenas de una Babel
repleta de aficionados
ven correr a los astados
y ven lidiar a un torero
en el centro de su albero
que es el Fundi Pedro Prados.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL FUNDI EN CENICIENTOS
ResponderEliminarHan dado suelta al burel
y los coruchos se sientan,
y entusiasmados se aprestan
a verle en el redondel.
Arenas de una Babel
repleta de aficionados
ven correr a los astados
y ven lidiar a un torero
en el centro de su albero
que es el Fundi Pedro Prados.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
A LA MUERTE DE VÍCTOR BARRIO
ResponderEliminarViendo estaba la corrida
pegado al televisor,
ráfaga de aire invasor
trajo a la muerte homicida.
Sangre manó de la herida
del valeroso torero
de rojo tiñó el albero
y el alma de Víctor Barrio
ya se halla en el escenario
del ruedo del Dios Ibero.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
GLORIA Y HONOR PARA LOS HÉROES DEL RUEDO
ResponderEliminarLa masa del anónimo cobarde,
injuriando vil a un torero muerto
mirad al hombre caído, y cubierto,
por la roja franela y le resguarde.
De aquello que ignoráis, befa y alarde
hacéis cayendo en yerro y desacierto
formáis y conformáis, triste concierto,
fuera del coso al filo de la tarde.
Sabed, que es tradición y es patrimonio
y un legado ancestral, épica hazaña,
formando indisoluble matrimonio
de un maridaje que jamás se empaña,
y el diestro es oficiante y testimonio
del mítico arte del toro de España.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
PEÑAS Y TOROS EN CENICIENTOS
ResponderEliminarLas peñas uniformadas
alegrando los tendidos,
ocupando están las gradas
con variopintos vestidos.
Tocando están sus charangas
y en el aire sus compases,
lo entonan entre bullangas
hoy no torean los ases.
Por ser corrida de toros
hay división de opiniones,
y con sus cantos sonoros
se aturden los gorriones.
Sin embargo, qué gran fuerza
le están prestando a la fiesta,
que se anima y se refuerza
en estos tiempos de siesta!
Solo una vez en la vida
la juventud acompaña,
y una vez que está abatida
cuesta abajo nos engaña.
Por eso me alegra tanto
ver las peñas a mi paso,
en los toros es encanto
y anima en el ocaso.
Como en mis tertulias saben
que yo soy de Cenicientos,
no hay lugar donde no alaben
toros vinos y momentos.
Y cuantos miembros integran,
saltarines o a pie quieto
las peñas que nos alegran
se merecen un respeto.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ALELUYAS TAURINAS DE LOS CORUCHOS
ResponderEliminarEntrada de los toros
llevo en la mano,
¡qué alegría tan grande,
torito bravo!
¡Aleluya!
Colmada está la plaza
de espectadores,
en el sol y la sombra,
Virgen del Roble.
¡Aleluya!
Torito, te persiguen
en otros lares,
y aquí culto te damos,
coruchos graves.
¡Aleluya!
Bota de vino al hombro
la llevo llena,
de una viña que tengo
por la Chorrera.
¡Aleluya!
Olés y pasodobles,
bellas faenas,
y aplausos del tendido
que el viento lleva.
¡Aleluya!
Las mulillas arrastran
la res postrera,
y en casa nos aguarda
merienda y cena.
¡Aleluya!
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
COLARSE EN LOS TOROS DE LA CORREDERA
ResponderEliminarGran afición por los toros,
y admiración por toreros,
abridnos los coladeros
a coruchillos sin lloros.
y sin cobres platas ni oros
para pagar una entrada,
en la tarde afarolada
de la plaza de madera
crisol de la Corredera
siempre una mano prestada.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS HIJOS DE MORENITO EN LA CORREDERA
ResponderEliminarDos eran los hijos de Morenito,
José Luis, mayor, precede a Gabriel
pálido Gabriel, José oscura piel
y en Cenicientos marcaron un hito.
Vibrante un clarín vuela al infinito
se entreabre el portón que, angosto es él,
y asoma un eral del umbral aquel,
encastado y bravo y comienza el rito.
Se abren las capas sobre el pardo suelo,
en la dura tierra huérfana de albero,
la voz que aconseja es la de un torero
Morenito padre atrapada al vuelo
de una fina loza hecha en Talavera,
que durante años, vio la Corredera.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
AURELIO CALATAYUD EN CENICIENTOS CON LA GARROCHA
ResponderEliminarPrincipios de los sesenta:
os refresco la memoria
en Corredera de gloria
sorteaba a la osamenta.
Al toro y su cornamenta
le abría sendero y trocha
a res apretada y brocha,
y la citaba de largo
salvándonos del letargo,
Aurelio con su garrocha.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LOS MULILLEROS EN LA CORREDERA
ResponderEliminarLas mulas enjaezadas
con bandas y banderines
y vistosos collarines,
¡helas aquí preparadas!
Mulas de trillas y aradas
traían los mulilleros,
herradas por los aceros
de los herrajes coruchos,
que arrastraban los moruchos
toros, muertos por toreros.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho