¡VÁYASE,
SR. ABELLA!
Sr.
Abella:
Me
he resistido durante mucho tiempo a mostrar en carta abierta mi
disconformidad sobre la forma en que usted gerencia los asuntos
taurinos en la Comunidad de Madrid en relación con los aficionados y
con los abonados de nuestra querida plaza de Las Ventas. Hoy, sin
embargo, tras saber que usted critica a la Asociación de Abonados de
Las Ventas “Abovent” acusándola de falta de ética, no puedo, ni
debo, retenerme más. Debería ser “Abovent” quién contestara a
su escrito, pero el presidente, su “querido
amigo Paco”,
parece que prefiere no ejecutar un acuerdo de Junta Directiva en el
que se redactó un escrito exigiéndole a usted rectificación por su
acusación, quizá para no perder su amistad. Para su información,
he dimitido ayer como vicepresidente de Abovent por este asunto.
Además:
A
mi modo de ver, su función como responsable del C.A.T.1,
ha adolecido de falta de diálogo con las asociaciones que
representan a los aficionados. Toda crítica que le hemos hecho a su
labor ha sido desoída por usted, cuando no anatemizada, mostrando
siempre un halo de soberbia inadecuada. Esa soberbia que explicaba
Calderón de la Barca: “Pues
soberbia será, de cualquier modo / creer uno solo saber más que
todos”.
Cuando
nos hemos acercado a usted para rogarle que tuviera en consideración
cualquier aspiración de los aficionados, no hemos encontrado el
amparo lógico que cabe esperarse de un representante de la
Administración.
Nunca nos citó para tratar de asuntos sobre nuestra plaza. Nuestras
sugerencias, que remitimos por correo electrónico, no merecieron ni
su atención ni su debate. Nunca pensó usted en que nuestras
peticiones eran hechas con respeto y con la intención de mejorar el
estado de las relaciones entre el C.A.T. y los aficionados. Cuando se
le ha invitado a usted a los actos culturales que las diversas peñas
madrileñas celebran en pro de la difusión y mejora de la Fiesta, ha
denegado su asistencia; eso sí, con cartas “circulares”
excusándola. Sólo a aquellos actos de especial “glamour” ha
regalado usted su eximia presencia. A veces, incluso, prometió y no
cumplió, y el cartelito con su nombre aparecía en la mesa
desesperado por su abandono… ¿Quiere datos?: Torrelaguna, Club
Taurino de Madrid, Abovent…¿sigo?
Otras
veces se le ha solicitado la disponibilidad de la sala Antonio
Bienvenida para actos en los que la asistencia
se sabía multitudinaria, por que sólo en ella se podría ubicar
con comodidad a un número alto de aficionados; y usted ha negado la
posibilidad de ocuparla, desterrando el acto a la sala Cossío, de
menor cabida y de más difícil acceso. El acceso a la Cossío no ha
estado habilitado por las entradas lógicas, Patio de Caballos o
puerta frontera a ella; no; teníamos que recorrer tres cuartos de
plaza desde el tendido 2 al 4: 2, 1, 10, 9, 8, …, 5, como castigo a
nuestro atrevimiento de solicitar la comodidad para nuestros
asociados. Quizás el costo de un empleado que guardara puerta
adecuada era demasiado alto. Quizás con el dinero que cobraba en un
día el coordinador de sus desmesuradas, por costosas, Jornadas
Culturales Hemingway hubiera sido suficiente para evitar esa
incomodidad a la Afición. El hecho de que en la sala Bienvenida
estuviera algún tiempo una exposición de arquitectura sobre plazas
de toros no le exime de culpa, pues la labor de optimación que
requiere su puesto le obligaba a alojar ésta en sala menos necesaria
para el bienestar de los aficionados. A mi forma de ver.
¿Por
qué las Jornadas Culturales Hemingway fueron realizadas sin contar
con los aficionados, Sr. Abella? No hay excusa en que Fuera
Taurodelta la responsable; usted estaba en la coordinadora del
evento. Y digo sin contar con el aficionado, por que el día de la
fatua inauguración de las Jornadas, los rectores no habían contado
con los aficionados, ¿sabe usted? A las 13,00, más o menos, visité
la plaza de Las Ventas para asuntos particulares, y me enteré de que
la asistencia al acto en cuestión era exclusiva para invitados.
Llamé a los distintos responsables de las asociaciones madrileñas
de aficionados, y ninguno de ellos habíamos recibido invitación.
Tras otra llamada al responsable de Comunicación de Taurodelta, que
actuó diligentemente, empezamos a recibir llamadas de la Empresa
invitándonos telefónicamente; la acreditación se nos daría en la
entrada. Más en la entrada no estábamos en la relación de
invitados, sino como periodistas; además, al ir a sentarnos se nos
anunció que las sillas eran para “invitados especiales”, no para
nosotros, representantes de los abonados.
Usted
se excusará
de esta tropelía a la Afición y echará la culpa a la empresa que
habían contratado para estos eventos. Pero yo le acusaré de que
usted no cumplió con su obligación de asegurarse de que los
aficionados estuviéramos representados debidamente en esos actos.
Por que esos actos debían estar dedicados a la Afición, a esos
abonados que pagamos las entradas; y no al “glamour” y al
“couché”. ¿De verdad que cree usted que el dinero que le
sugirió gastara la Empresa en esas Jornadas ha estado bien
invertido? La opinión que he recogido de los aficionados y
responsables de peñas a los que he preguntado, que han sido muchos,
es que no.
Ha
desoído
usted nuestros ruegos con reproches inadmisibles. En una ocasión le
escribí un correo informándole de los olores a comida que sufríamos
los abonados del “9” alto. Tras su silencio, meses después volví
a requerir su colaboración ya que los olores y el humo que entraban
al tendido eran inaguantables. Tras ello, en un acto en que
coincidimos le pregunté sobre el asunto. No quiero recordar su
actitud, pero fue de una soberbia inadecuada, ofensiva; máxime
cuando yo creí hacerle un favor con la información. Además
siguieron los olores. Recuerdo que al rogarle que no se alterara me
contestó con un: “A
mí no tiene que aconsejarme nadie”,
que me privó de la consideración que hasta entonces le tenía,
sobre todo tras haberlo felicitado por su dirección de unas
magníficas jornadas culturales que se celebraron en Las Ventas con
motivo del LXX aniversario de la inauguración de la plaza, creo
recordar; cuando aún no era usted gerente.
El
director de la Agenda Taurina más popular del mundo, le solicitó
un artículo para que pudiera usted explicar lo realizado por el
C.A.T.; su publicación podría dar información directa sobre la
actividad del Centro. Era una oportunidad adecuada para que el
aficionado supiera para qué sirve ese departamento de la
administración de la Comunidad. Su contestación a esa solicitud fue
adecuada a su soberbia: “Yo
no trabajo para ti”.
¿Para quién trabaja, Sr. Abella? De verdad que no lo sabemos. Si no
lo hace para la difusión del C.A.T; si no lo hace para los
aficionados; si no lo hace para que los abonados del “9” alto
estemos en condiciones salubres durante los festejos; si los actos
culturales los cercena o dificulta con laberintos infinitos; ¿para
quién trabaja usted?
Y
la gota que colmó el vaso de mi anterior silencio, es la del ataque
a la “Ética” a
los directivos de Abovent. Usted acaba de denunciar a Abovent por que
en sus facturas para la solicitud de las subvenciones de la
Comunidad, figuraban 2 de una empresa en la que su director pertenece
a la directiva de la Asociación de Abonados de Las Ventas. Su audaz
acusación no repara en que el precio a que ese directivo ha cobrado
las agendas a Abovent ha sido inferior al de mercado; ni en que,
además, nos regalara más de 20 ejemplares. Tampoco en que el libro
que facturó sobre la Suerte de Varas lo cobró a un precio inferior
al de mercado, amén de que nos regaló más de 50 ejemplares para
repartir en la conferencia de Dª Mariate Cobaleda, senadora;
conferencia a la que usted iba a asistir; y que se perdió, pues fue
magnífica. Es pues manifiesta su falta de objetividad en sus
acusaciones, su superficialidad en su cometido. Por mi parte, como ex
directivo de Abovent desde ayer, tengo que decirle que no está en
nosotros la falta de ética, y le exijo una reparación como
ofendido.
Y
como embajador del taurineo hispano, también triunfó
usted en su viaje a Méjico en diciembre del 2009, donde fue para
presentar su libro “De Manolete a José Tomás”, ante los
miembros de Bibliófilos Taurinos de Méjico, recibiendo una crónica
no demasiado laudatoria de D. Gabriel Lecumberri, ganadero y
bibliófilos, tras osar usted imponer su opinión a la del resto de
oyentes. Dice D. Gabriel: “…,
y otros destacados miembros del taurineo de aquí y de allá,
incluyendo al escritor español señor Abella, chufla donde los haya
e incondicional de José Tomás hasta límites de sospechosismo, que
pegó el petardo de su vida frente al ala poncista del grupo.”
O sea, haciendo amigos, como siempre.
No
abuso de mayores críticas a su persona en mi alegato; no deseo
acusarlo de otras cosas; ni
siquiera de su gentileza para facilitar abonos buenos, tendido 10,
fila 11, a amigos de sus amigos; no considera usted justo que sus
amistades tengan que sufrir colas insoportables como el resto de los
pobres aficionados. ¿Le digo el nombre del titular de esos abonos
que usted facilitó? Creo que no hace falta; preveo que su salida en
el C.A.T., debe estar próxima. Será buena para usted; no comprendo
que alguien pueda vivir estando siempre agrio en su relación con los
demás, incluso con sus colaboradores más cercanos… Siempre sin
mirar a los ojos; siempre poniendo delante el escudo temiendo
ataques. Seguro que estará mejor fuera del C. A. T.; eso sí, espero
que su eticidad le impida cobrar indemnizaciones millonarias por su
salida; eticidad que quizás olvidara al cobrar alta cifra tras su
cese en un club de fútbol con el que parece que colaboró unos
meses.
¡Váyase,
Sr. Abella; váyase! Usted será más feliz y los aficionados de “Las
Ventas” gozaremos de mayor cariño y respeto del nuevo gerente.
Echamos de menos al anterior, Sr. Abella; era atento con los
aficionados y con las peñas que los representan; daba la cara ante
las críticas. Proyectó dos nuevas salas culturales, y en la Cossío
la esperada biblioteca; en la que años después de su salida aún
están los libros en cajas esperando su colocación, su disposición
para los bibliófilos.
Y
mientras, los festejos descendiendo en cantidad y calidad; de 73
hemos bajado a 61;de la calidad, mejor no hablar.
Váyase
y olvide el rencor, Sr. Abella; eso corroe el alma.
Saludos,
José
Mª Moreno Bermejo. Abonado de “Las Ventas”; aficionado libre.
Nota:
Es mi deseo hacer llegar este escrito al Presidente del Centro de
Asuntos Taurinos, D. Salvador Victoria. Esperaré a presentarlo
acompañado de alguna documentación relativa a lo que motiva,
principalmente, esta carta abierta.
1
Centro de Asuntos Taurinos.
Demasiado educado para lo que merece este "amargado" becerril de Abella. Un indocumentado, vividor, arrogante, mal educado, prepotente, borrego, vago y mala persona. La culpa la tienen los "Abonados de Las Ventas" que año tras año consienten su desprecio monumental como la plaza de grande. Hacerle la espantada y no os aboneis, no vayáis un par de años a la plaza y veréis si rectifican o no. Que se queden solos los Uranga y Abella, cemento es lo que hace falta y sin él no llegará el respeto por el aficionado.
ResponderEliminarEstá todo corroido, metástasis hasta lo más profundo de la tauromaquia. Ojalá D. Salvador Victoria tenga en cuenta lo que expone esta carta y el señor Abella se marche de una santa vez, por el bien de la Plaza de Madrid.
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